Pero los pasos que dejamos a orillas del mar comienzan a desvanecerse antes de lo esperado y pronto nos atrapan, borrando aquel dulce sueño anhelado al igual que un lucero se extingue en un parpadear de ojos.
Azotado una vez más, perdido en mis pensamientos yazgo en una arena turbia y helada, aquel sendero se ha nublado. El sueño se desvanece la realidad el corazón me tuerce, los lamentos aun más fuerte permanecen… las lágrimas vuelven a su lúgubre color habitual.
Una vez vivido, el sabor es retenido y ansiado todavía más, aquel dulzor de tu mirada jamás podré olvidar. El frío es más intenso que antes, las lluvias son más tristes y el cielo ya no sonríe. La vida vuelve a ser la de antes. Esta vez con el dulce aroma de un sueño agradable, pero el amargor del amor sigue latiendo fuerte. El vacío que en mi abunda es tan insaciable como el limite de este universo. El añorar no me permite hasta los últimos instantes apreciar. Aquel nicho invade mi mente, no me deja pensar. Vuelvo a ser aquel romántico que añora su mundo ideal.
Mas habrán otras cosas que me harán curar y transformar todo esto en una hermosa tempestad, que refleje con delicadeza y alegría todo lo vivido... lo sentido.
El tiempo me obliga a vivir con la esperanza de volver a sentir…
