martes, 17 de marzo de 2009

Lamento de un romántico

Hoy, o mejor dicho ahora, en el mismo instante que escribo, siento una tristeza muy profunda, capaz de perforar la roca más dura de esta tierra. Una desolación avasalladora que me desgarra y entristece, atormentando y sacudiendo bruscamente al niño aun dentro de mí que llora en un pasillo oscuro tras una puerta, debajo de la cual se ve algo de luz. Añorando una caricia que sólo se pierde en el ciclón de su mente, buscando una mano a la cual asirse y dejar sus burdos lamentos para dormir y despertar pensando que todo ha sido una pesadilla, porque se vuelto un hombre con pies en la tierra, que ya no sueña ni añora el romanticismo perfecto del cual estaba enamorado, en el que creía y del cual creaba sus más perfectos ideales.

Cómo quisiera poder despertar sin dejar tal maravilla de lado. Siento una fuerza enorme de lograrlo y espero que no sea en vano. Es que simplemente no puedo dejar de pensar en que llegará un día que me arrebate cada una de las percepciones hermosas que tengo de esta vida, de todo lo que hay en ella. No quiero ver arruinada mi vida sólo porque el resto ya ha arruinado la suya. Quiero que aquel niño despierte siendo un hombre que no ha abandonado su sueño, su visión única y rica de ver su entorno y a las personas. No quiero perder el sabor de los días ni el aroma de las flores, al contrario me encantaría poder compartirlas y más aun vivirlas con alguien que pueda saber teñir el mundo de los colores que sean los más bellos. Por que no quiero perder los sueños que persigo y no quiero ser perseguido por las conveniencias de otros.

El llanto interno que llevo jamás podrá salir de mi corazón, creo ser el único que lo entiende y si existe alguien más que lo haga me gustaría sostener su mano sólo un instante antes de que esta agonía acabe y que esa mano me entregue la compañía y amor para no renunciar a lo más preciado que puede tener la vida y sus hermosos colores.



Volas de última hora...

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