miércoles, 22 de agosto de 2012

Un nuevo amanecer

Mejor me quedaré aquí sentado, dejando que los sueños sigan su curso sin rumbo
¿Para qué molestarlos? Si al fin de cuentas el mañana los seguirá manoseando
y reventándolos como quien estalla al reventar en un abismo.

El cielo ya no nos quiere, se nos cae a pedazos cada vez que nuestras almas chocan
y entre ellos se asoman lúgubres sombras que esconden sus rostros en un telar de tristes colores.
Tu sonrisa se desvanece y brillan tus ojos que contemplan la incertidumbre entre
 un niño desvalido y un hombre sentado que mira hacia el cielo para ver a los ángeles caer a la tierra.

El humo del cigarro impregna mi cuerpo y solo puedo echar cabeza atrás con una postura de indiferencia. Unos segundos y de mi boca emanan bocanadas como tentadoras siluetas que bailan a mi alrededor, ofreciendo lo que consideras impermisible y aterrador.
Esos vaivenes que tanto evitas por no desvestir tus deseos de viejos trapos que cubren
y opacan la belleza de tu interior.

Me emborracho de tu indiferencia y río junto al llanto.
La luna ya se hastió de la misma historia y aleja su resplandor para encantar a otros.
Quedan las estrellas tranquilas y serenas cantando una solemne marcha fúnebre,
después de todo, el arcano ya te sembró patas arriba.

Y ahora solo suenan las melodías del sol y el viento, todo sigue su propio curso.
Mientras los ángeles en el suelo juegan como niños a enamorarse,
sonrío a un nuevo amanecer.



Y ahí está, después de más de dos años un intento de retomar las buenas letras (las otras me agobian de vez en cuando).



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