jueves, 7 de enero de 2010

Máscaras

Muchas veces, cuesta sentarse a pensar y descubrir las miles de máscaras que envuelven lo que realmente es tu ser esencial. Percibir cada careta y encontrar o adivinar su origen: ¿porqué está ahí? ¿Porqué la llevas puesta presentándote al resto de las personas? Quienes probablemente no se percaten de ella ni tengan conciencia de que también llevan una.

Mientras tomas conciencia sobre estas máscaras, te das cuenta de que cada una pesa dentro de ti y mientras más sean, mayor es el peso que deberás soportar. Estás obligado a cargar con cosas que tu ser esencial debe aguantar, arruinándose con el paso del tiempo, maltratándote sin que lo notes. Luego, miras a las demás personas, algunas ni siquiera perciben que son ellas mismas y ves que el peso de sus máscaras ha destruido por completo su esencia, lo que arruina su vida sin entender nada de lo que les ha sucedido.

Tomo una de las máscaras, la retiro de mi rostro y la observo mientras la sostengo en mis manos. Logro ver algo externo, algo que se formó fuera de mí, algo que vino desde el exterior y no algo que nació dentro de mí. Cosas que me dijeron sin interesarme en ellas, cosas que se impusieron por intereses de otros. Barnices y llamativos colores que cubren una sagrada verdad te entregan una falsa personalidad que oculta una tímida belleza. Máscara tras máscara se desprenden, contando cuentos sobre felicidad y salvación que encarcelan la belleza más ínfima de un ser humano, algunas tristes otras alegres, otras cantando esas canciones de radio que hicieron de ti un prisionero inadvertido de su realidad, limitando o anulando los horizontes de tu conciencia.

Entonces, comienzas a darte cuenta de cómo moldean tu conciencia miles de aspectos culturales, sociales y familiares, sin darte cuenta que muchas veces te hacen ir contra tu propia voluntad porque “crees” que está mal, cuando es el entorno quien te hace “creer”. Esto construye un cuerpo vacío hecho de preceptos y prejuicios, ideas falsas y sin su propio juicio, un ser que deambula por un camino que le pintaron y obligaron a seguir sin jamás contarle que mataron lo más hermoso de él/ella: su espíritu.

Son muchas máscaras y sólo será bueno dejar aquellas que sean transparentes, aquellas con las que nuestro ser esencial se sienta a gusto y te permitan expandir la conciencia hasta límites inimaginables, en una sociedad contaminada por el egoísmo, la hipocresía y la avaricia. Máscaras que sirvan como cristales de vida dispuestos a dejar relucir la belleza más pura dentro de ti: tu verdad.





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